sábado, 27 de enero de 2018

El clamor silencioso del Cristo Mutilado de Málaga



Desde las peinadas orillas del Mediterráneo, Málaga es una preciosa ciudad de atractiva geografía y temperaturas suaves durante casi todo el año, factores responsables del carácter jubiloso de sus habitantes, siempre dispuestos a compartir, enseñar y disfrutar de cada acontecimiento social que su entorno le brinda en riquezas patrimoniales e iniciativas socioculturales. 

Artistas por doquier desplegando los frutos de su talento y un público entusiasta, son los responsables de que Málaga, una de las más pintorescas, confortables y atractivas ciudades de España, cuente con eventos de significativa repercusión y belleza.

Uno de ellos, la Semana Santa de Málaga, declarada en el año 1980 de Interés Turístico Internacional, no sólo sugiere una oportunidad para recorrer las calles de la ciudad en la veneración de las diferentes tallas cristianas que se erigen sobre los tronos, y empaparse de júbilo a través del encuentro con amigos y familiares, sino que forma parte de una de las tradiciones más antiguas y respetadas por los malagueños, basada en la admiración y en el amor hacia los legados patrimoniales de una historia que habla de trascendencia y de defensa hacia sus imágenes e ideologías cristianas.

Foto: Koke Pérez


Una de las cofradías malagueñas que ha conquistado especialmente mi atención ha sido la Cofradía del Santísimo Cristo Mutilado.


Esta particular imagen de Cristo crucificado, que actualmente se venera los Viernes Santo en un solemne Vía Crucis, ha sido el fiel protagonista de las tantas profanaciones y destrozos ocasionados en España a numerosos templos e imágenes religiosas, con especial preponderancia en la ciudad de Málaga, donde han sufrido sus efectos de espantoso terror construcciones maravillosas como la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, la Iglesia de San Pablo, la Ermita de Zamarrilla, la Iglesia de Santiago, y la Iglesia de San Juan, entre tantas, así como asilos y conventos.


De la destrucción de una de las iglesias, en julio de 1936, esta talla de finales del siglo XVII fue prácticamente lo único que se hubo salvado, quizás por haberse encontrado en lo más alto del retablo de la parroquia del Sagrario. 

Al parecer, al no poder derribarla, se valieron de una escalera y de un hacha con la que le seccionaron, de sus extremidades inferiores, el pie izquierdo y la pierna derecha, desde el muslo.
















Debido a su imagen, que ha querido preservarse de esa manera a través de los años, el Santísimo Cristo Mutilado, finalizada la guerra, se convierte en la talla que representó durante años a los mutilados de guerra en la Semana Santa malagueña, efectuando su primera salida procesional en el año 1939, portada por militares uniformados.

Foto: Mi propio sentir
A partir del año 1976, la Cofradía se vio obligada a limitar su procesión dentro de la Catedral debido a las controversias y enfrentamientos sociales desatados por las diferentes connotaciones políticas que generaba la visión de su talla incompleta.

A pesar de que se solicitó el permiso a la Santa Sede, y su culto, tanto interno como púbico y sin que se restaure su imagen cercenada, fue autorizado mediante bula por S.S. Pío XII, el 2 de agosto de 1939, hoy, los ciudadanos de Málaga siguen debatiendo su inclusión en el itinerario oficial de cofradías.

Mientras tanto, cada Viernes Santo, el rezo de las estaciones dentro de la Catedral se convierte en un murmullo envuelto en acordes de ópera; el silencio reina en el apogeo de un recogimiento absoluto, la luz busca apagarse en el camino de la Cruz y la oscuridad busca encenderse en torno a una escolta elegante, y en crecimiento, que venera a su Cristo tal y como los cofrades pretenden:  a través del respeto hacia una historia que, lejos de ignorarse, debe ser recordada para su trascendencia, sin que ese hecho signifique pronunciarse sobre un régimen político determinado, y ante un Cristo que sufre los errores del hombre, una vez más, como tantas otras veces, y espera su comprensión, haciendo frente al olvido, a la indiferencia, y a las malas interpretaciones, en la resignación más solemne y paciente de la mutilación y del silencio.

Foto: Koke Pérez

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